La larga marcha (Rafael Chirbes)

La larga marcha
Literatura y otros demonios
La larga marcha

¿Por qué reseñar La larga Marcha?

En primer lugar he de decir que el impulso primario que me ha llevado a elegir La larga marcha, como en otras ocasiones, ha sido eso; instintivo. Vi el libro en una estantería y cuando me di cuenta lo estaba pagando en caja. También es cierto que desde hace un tiempo la idea de leer algo de Rafael Chirbes rondaba por mi cabeza, eso sí, sin la suficiente intensidad como para pasar de las ideas a los hechos. Sea como fuere, aquella tarde ocurrió así y por eso estoy escribiendo estas líneas. Vaya por delante que ha sido todo un acierto.

La edición

La presente reseña de La larga marcha se ha realizado sobre la edición que de la misma lanzó la Editorial Anagrama en su Colección Compactos. Como es costumbre en este sello, presenta un texto perfectamente editado y encuadernado con una sencillez y calidad que permite su manipulación y manoseo sin que su apariencia se resienta demasiado. La letra, sin alardes, apta para todos los públicos tanto en su fuente como en su tamaño.

La larga marcha

Algo a lo que suelo prestar atención siempre es a los títulos de las novelas. En este caso, La larga marcha. Una vez leídas trato de encontrar la relación entre ambos. Unas veces lo consigo, otras no. En este caso el posicionamiento ideológico del autor y el hecho de que se trate de la primera novela de una trilogía, no dejan lugar a la duda. En términos históricos el término «La larga marcha» hace referencia a la guerra civil china y al traslado de las tropas del Primer  Ejército Rojo a través de 12000 kilómetros durante un año, traslado en el que perdieron a cerca del 90% de sus efectivos. Que cada uno saque sus propias conclusiones. Estructurada en dos partes, El ejército del Ebro y La joven guardia, el autor nos presenta un vívido cuadro de la España de posguerra en la primera parte y de la incipiente resistencia antifranquista al calor del embrionario movimiento obrero y universitario, en la segunda.

Una novela coral

A través de las vivencias de seis familias repartidas por la geografía española el autor nos presenta, en la primera parte, las muchas caras de una misma moneda, en esta caso las muchas cruces, porque si de algo sale convencido el lector al final de la novela es que esta es una historia de perdedores, donde hasta quienes ganaron en el campo de batalla fueron derrotados en todo lo demás. En la segunda parte, los descendientes de estos desheredados de la tierra hibridan, a veces de manera insospechada, para dar color y forma a los últimos años de la dictadura franquista. 

¿Dos Españas o solo una muy dolorosa?

Creo que tras la lectura de La larga marcha la pregunta se responde sola. Al menos yo lo tengo claro. Repetido como un mantra durante décadas ha terminado por calar en el imaginario colectivo el mito de las dos Españas cuando, en mi opinión, la realidad es muy diferente. Un reconocido y joven doctor indultado por el régimen y condenado a una vida miserable y prácticas médicas ilegales, un camisa vieja y condecorado vencedor lustrando zapatos a las puertas de un cine salmantino y una familia desalojada por las obras de un pantano, bastan para poner negro sobre blanco aquello de lo que estamos hablando. Una España chata, gris y triste de Norte a Sur y de Este a Oeste con sus correspondientes españolitos chapoteando para no ser engullidos por el lodo de la historia.

Dirección General de Seguridad
Dirección General de Seguridad durante la dictadura. Hoy sede del Gobierno de la Comunidad

Un espacio para la esperanza

Con la tristemente célebre Dirección General de Seguridad como referencia y trasfondo, la segunda parte de la novela mezcla diferentes aspectos de la vida política y social con maestría. Moda, música, cine, literatura, lucha universitaria, huelgas y manifestaciones conforman un collage preciso a través del que el autor permite vislumbrar con bastante claridad el futuro que viene. Lento, fatigado y maltratado (como el ejército rebelde chino en su larga marcha) el pueblo español se va acercando al final del régimen franquista. Los hijos de los protagonistas de la primera parte construyen ese futuro con los pocos materiales que tienen y en contra del viento de la historia encarnado en la temida Brigada Político Social, que todo lo controla, todo lo sabe y si no es así termina por conseguirlo con métodos tan legítimos como el régimen que los ampara. Un mundo de contrastes que alcanza su clímax cuando se superponen  la angustia, la sordidez y el miedo de Carmelo, Helena y todos los demás y las risas despreocupadas de fuera, en la calle, que se filtran hasta ellos a través de los respiraderos de sus celdas en los calabozos. Tan lejos y tan cerca.  ¿Casualidad o cálculo cruel? 

A modo de conclusión

Recapitulando un poco sobre todo lo comentado hasta ahora me gustaría despedir la reseña añadiendo algo que de vez en cuando me encuentro de manera inesperada. Digo de manera inesperada porque  algunas novelas, en el momento de acercarme a ellas con ánimo de reseñarlas, o bien ya adelantan su culturalismo porque su fama las precede, o se puede intuir. Otras,(ver enlace), como es el caso de La larga marcha, te sorprenden gratamente y terminas su lectura con una serie de conocimientos sobre cine, música y literatura que no tenías. Un valor añadido nada despreciable. Creo que con esta novela Rafael Chirbes ha conseguido un doble objetivo. Por un lado ha escrito una novela redonda, técnicamente fina, estructuralmente bien trazada y fluida en su desarrollo. Por otro lado ha aportado a la literatura española un tratado de historia de gran valor. Un texto que bien podría utilizarse en el mismo curso de secundaria en clases de lengua y literatura que de historia. Algo impensable en un país donde la historia no es más que un arma arrojadiza en el mejor de los casos, cuando no algo que manipular al servicio de bastardos intereses políticos. Una pena. Así que si queréis pasar un un buen rato literario y los más jóvenes hacerse una idea aproximada de la vida en España durante la dictadura franquista, leer La larga marcha es una oportunidad magnífica.

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