El resplandor

El resplandor
Literatura y otros demonios
El resplandor
Stephen King

El resplandor

Lo cierto es que no sé muy bien por donde empezar esta reseña. En primer lugar es un género literario al que nunca he dedicado demasiado tiempo, ni demasiada atención, porque me atrae lo justo. No es así en el ámbito cinematográfico, donde a pesar de lo difícil que es encontrar productos de calidad en ese campo, denominado de terror con o sin apellidos, no cejo en mi empeño de búsqueda. Viene esto a colación de que el motivo de haber leído y ahora reseñado esta novela, El resplandor de Stephen King es precisamente ese, su versión cinematográfica, obra de Stanley Kubrick. ¿Por qué? porque como buen aficionado al cine de terror he visto la película en varias ocasiones y me he quedado siempre con la misma sensación. No sé muy bien cómo definirla. O sí. Es la sensación de quedarse a medias, de estar ante un plato con buena pinta pero a medio cocinar, un elegante traje mal cosido o un pura sangre que no logra ganar la carrera porque su jinete está demasiado gordo. Una pena en todos los casos. Eso es lo que, en mi opinión, le pasa a la  película, a pesar de que las críticas siempre han sido buenas, imagino que más por el prestigio de director y actores que por otra cosa. Convencido de que la novela tenía que tener algo más, (todo lo que falta en la película), me decidí a leerla y aquí estoy para dejar mi opinión.

El cuadro

La novela El resplandor es el cuadro que su autor quiso pintar. Con todos sus trazos, cambios de luz y enfoques diferentes, de la primera frase a la última. La película solo nos muestra, sin contexto, sin antecedentes y por tanto sin puntos referenciales a un protagonista desquiciado desde la primera escena, a un niño rarito y un hotel, el Overlook, más raro todavía. Si Stephen King hubiese publicado solo lo que la película muestra, no hubiese vendido ni cien ejemplares. La lucha constante de Jack Torrance desde el comienzo contra sus demonios (expresión figurada) que a punto están de costarle su matrimonio, la angustia de un pequeño Danny que a duras penas entiende lo que le ocurre y la abnegada y luchadora Wendy, siempre atenta a las necesidades familiares (en todos los sentidos) es lo que da sentido a la novela como conjunto. Lo demás es el decorado, como es lógico importante en el desarrollo global, pero que tomado de manera aislada carece por completo de sentido. Un hotel aislado durante meses por el invierno de las Montañas Rocosas, fenómenos paranormales y un hombre que pierde la cabeza conforman un escenario en el que el amor de Jack por Wendy y por su hijo, el de este por sus padres y el de Wendy por todos, son los ejes sobre los que pivota toda la historia.

El observador

El observador del cuadro, en este caso yo, como lector de la novela se encuentra con una historia bien concebida, al menos a mí me lo parece, aunque es un tema que me atrae, por lo que tal vez no sea demasiado objetivo. Sin embargo, en algunos pasajes El resplandor me da la impresión de que avanza a trompicones, como un motor a punto de calarse que de repente recupera revoluciones y continúa el viaje. Me ha ocurrido en varios momentos. Desconozco si la novela fue escrita de manera más o menos constante o si entre unas partes y otras transcurrió cierto tiempo, lo que podría explicar este hecho. El ritmo es el habitual del autor, dinámico y con pocas concesiones a la recreación de refuerzo ni a los juegos temporales. En cuanto al lenguaje, a pesar de no haber leído más que dos novelas aparte de esta del autor, (Misery y El juego de Gerald), me ha resultado en muchos momentos demasiado simple y directo. Creo que con un poco más de pulido el resultado hubiese sido mucho mejor claro que, ¿quién soy yo para enmendar la plana al señor King? En las dos novelas citadas, al menos ese es el recuerdo que tengo, la narrativa es bastante más elaborada, más literaria y sin rastro de algo que en El resplandor se me aparece con frecuencia, cierto estilo de periodismo de sucesos de la época.

¿Pagamos la entrada?

Llegada la hora de la verdad hay que tomar una decisión. Pagar la entrada al museo o no pagarla. Mi veredicto es claro. Si te gusta el género, adelante. Son unas setecientas páginas que te mantendrán entretenido, atento a las idas y venidas de sus protagonistas y todo lo que les ocurre, en la vida real, en la intermedia y en la otra. Si no te atrae la literatura de terror, no pierdas el tiempo de leerlo ni el dinero de comprarlo porque no te aportará nada. Si te ocurre como a mí, que has visto la película y quieres descubrir por qué te deja un sabor de boca agridulce, extraño, de haber visto algo difícil de calificar en un sentido u otro, es tu oportunidad de salir de dudas, dejar de conjeturar y llegar a conclusiones. En resumen, una novela para adictos al género o para curiosos empedernidos y frustrados con una película que no fue todo lo que pudo haber sido.

Proximamente

No te veré morir

Vuelvo con un autor que me enamoró en un tiempo que cada vez se me antoja más remoto, en aquellos años de El invierno en Lisboa, El jinete polaco o Plenilunio y que me rompió el corazón a través de unas Ventanas de Manhattan desde las que nunca llegué a atisbar nada de lo que pretendía el autor o tal vez es que no lo llegué a entender del todo. Luego algo se rompió entre nosotros y con ninguna novela posterior he llegado conectar con él. Me voy a hacer un autoespoiler de libro. Con No te veré morir nos hemos reencontrado y de qué manera. Uno de esos amores donde el fuego dejó brasas que lo han reavivado con la prosa que tanto me cautivó en el pasado. Sin duda una gran noticia para mí. El regreso de un grande de la literatura en español. Bienvenido a casa. 

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