Lo primero de todo
Lo primero de todo lo que quiero contar en esta reseña, es el cómo y el dónde supe de esta novela y de este autor. Fue durante este verano, una tarde en la playa leyendo el ejemplar de julio-agosto de la revista Quimera. Revista de literatura, que no solo de libros, de la que soy asiduo lector y de la que obtengo interesantes referencias, alguna de las cuales como Aquí hay demasiada gente, llegan y llegarán a este blog.
Las dos imágenes de arriba se corresponden con dos de las localizaciones más reconocibles en las que transcurre parte de la novela. Ambas tienen en común un pasado de prostitución y marginalidad que, aunque no es el motor de la historia, es algo que el autor desliza con suavidad, casi a modo de insinuación y que entre otros deambulares madrileños, termina por darle al relato una pátina de sordidez edulcorada.
Aquí hay demasiada gente
La presenta reseña se ha realizado con la primera edición de Aquí hay demasiada gente, de Carlos Castaño Senra y publicada por la editorial Sloper. Una edición en tapa blanda, aseada pero sin florituras y que se deja leer con comodidad dado el tamaño de su letra. Es una novela corta, en la que más allá de la historia que narra alberga, en mi opinión, un mensaje.
La historia
La historia de Félix Margallo es una historia corriente. La historia corriente de un tipo corriente. Al menos de un tipo corriente para todos los demás, en absoluto para sí mismo. Desde el principio, nada de lo que pasa por su cabeza tiene nada que ver con lo que le rodea. Eso cambia pronto, como si de algún modo decidiera tomar cartas en el asunto. Un único amigo y algunas de sus obsesiones, como tachar de una lista a sus ex compañeros de trabajo, un trabajo siempre mal pagado o las pelucas como vehículo para envejecer más rápidamente, dan una idea de por donde transita la mente del autor, Margallo mediante.
La intrahistoria
¿Qué se cuece detrás de todo este atrezzo? Eso es lo que el lector debe, si no descubrir al menos sí, interpretar según su libre albedrío literario. Por mi parte puedo, de hecho es de lo que se trata, manifestar mi opinión al respecto de lo que he leído, pero no deja de ser solo eso, mi opinión ante un texto que pude ser interpretado de otras maneras. No he podido evitar identificarme en buena medida con el protagonista y con su planteamiento existencial de convertirse a toda costa y a la mayor brevedad posible en un jubilado. Así como suena. Escapar de la jaula en la que nos preparan para vivir desde que nacemos. Estudiar, obtener un trabajo, formar una familia, llenarnos de obligaciones económicas de largo alcance, consumir los mejores años de nuestras vidas así y luego, exhaustos, por fin jubilarnos. Eso si llegamos vivos y con salud para pasar los últimos años de nuestra vida disponiendo de un tiempo para el que ya no tenemos energía ni probablemente ganas. ¿Por qué no adelantar todos los plazos, saltarse casi todas las estaciones de ese Vía crucis vital?
En conclusión
Nos encontramos en mi opinión ante una novela fresca, dinámica y divertida. Mezcla el autor en su justa medida realidad, fantasía y ciertas gotas de surrealismo para componer el collage definitivo en el que el desencanto del protagonista con la realidad queda magistralmente dibujado. La novela avanza desde un principio un tanto timorato, hacia un desarrollo en el que la atmósfera se va haciendo cada vez más densa y difícil de respirar, hasta un final en el que los deseos de Félix Margallo pueden hacerse realidad. O no.
Próximamente
Aquí está la próxima novela a reseñar, aunque quiero adelantar que siendo distinta de la presente, guarda unas similitudes que no sospechaba al comenzar a leerla. Es un regalo, así que aunque solo sea por eso la voy a llevar al blog. Por eso y porque he leído aproximadamente la mitad de ella y me está encantando. Otro protagonista con el que no puedo dejar de identificarme. La cosa comienza a ser preocupante. Voy a tener que informarme más y mejor de las historias que pretendo reseñar, no vaya a ser que esté desarrollando una rara variante del síndrome de Estocolmo. En fin, dicho todo esto, nos vemos en Los asquerosos.