Cataluña, 12 de mayo de 2024
Cataluña, 12 de mayo de 2024. Como es lógico, a tenor de las encuestas publicadas por la mayoría de los medios de comunicación, creo que las elecciones de hoy las va a ganar el mismo que tú. Más compleja es la cuestión de quién va a gobernar. Tengo clara las cualidades que habrá de reunir el ungido de tal honor, mejor dicho, la cualidad, pues solo una deberá adornar la imaginaria corona del imaginario Estado: facilitar la continuidad de Pedro Sánchez en la Moncloa, no importa el precio a pagar. Visto lo visto hasta ahora, no es baladí el asunto, dado el desmedido apego al poder del susodicho y la prodigalidad de la que viene haciendo gala, sobre todo a cuenta del patrimonio común, como la igualdad. Quien gane en Cataluña es irrelevante.
Igualdad. ¿Qué igualdad?
A la muerte de Franco y una vez salvados los principales escollos, el proyecto de una verdadera democracia, homologable a nuestro contexto geográfico y cultural, se impuso, no sin dificultades. ¡Qué gran oportunidad! Pudimos elegir qué modelo implementar: centralizado modelo francés, modelo federal alemán o… uno de inspiración italiana, pero de autor. Empezamos a liarla pronto. Procedemos a la división territorial del Estado (no sin polémica, por supuesto) en unidades territoriales denominadas Comunidades Autónomas. Denominación a mi juicio, capciosa como mínimo, que induce a error y, por tanto, susceptible de generar tensiones. Le añadimos dos vías de acceso a esa autonomía (regiones de primera y de segunda), retorcemos la norma para que Madrid (fuera de los supuestos recogidos para constituirse en Comunidad Autónoma) lo pueda ser y privilegiamos a dos de esas Comunidades Autónomas con regímenes fiscales propios y diferenciados del común (Navarra y País vasco), sobre la base de unos derechos históricos que, al parecer, solo sobre esos territorios recaían en un pasado al que no me voy a remitir por economía de espacio. Primer esbozo de la memoria histórica selectiva. Quien gane en Cataluña es irrelevante.
De polvos y lodos
Reza el dicho que de aquellos polvos, estos lodos. Al polvo provocado por los cortes, remaches, recortes y lijados varios que hubo que realizar para dar forma a un modelo que no provocó el rechazo frontal de ningún territorio, al tiempo que no satisfizo plenamente a nadie, solo le hacía falta que lloviese lo suficiente para crear el lodazal en el que, algunos muy a gusto por lo que parece, nos vemos obligados a chapotear los españoles. Nada de lo hecho desde entonces se ha encaminado a reforzar la igualdad entre territorios y personas. Gobiernos de PSOE y PP, por contra, se han dedicado desde 1982 a alimentar la desigualdad en aras de mantener el poder, cuando les ha resultado necesario. El problema se agrava cuando cada vez queda menos que dar sin salirse de la legalidad. Hasta ahora las concesiones podían ser inmorales e indecentes, pero todos sabemos que contra la moral y la decencia, los políticos en España están vacunados. Ahora son ilegales. Empezamos con «El Estatut de Cataluña será el que salga del Parlament» de Zapatero a Maragall en 2003 (por lo visto ya pensaba cargarse el Tribunal Constitucional). En 2017 el golpe de Estado institucional recibió una respuesta tibia, pusilánime y timorata por parte del gobierno (ya muy debilitado por la corrupción) de Mariano Rajoy. Luego los indultos que no iban a ser, pero fueron. Como remate, una amnistía que en boca del gobierno era ilegal el 22 de julio de 2023 y la llave de la concordia y la reconciliación el 24. Si a todo lo anterior le sumamos la toma al asalto de la Fiscalía por parte del gobierno, del Tribunal Constitucional y el acoso y derribo del Consejo General del Poder Judicial, amenazas mediantes, el panorama es desolador. Quien gane en Cataluña es irrelevante.
Concluyendo
Terminando por el principio. Pase lo que pase, perdemos todos menos Pedro Sánchez y su red clientelar, cada día más nutrida y frondosa. Tengo curiosidad por saber qué forma adoptarán las nuevas concesiones, prebendas y regalías que sí o sí, a cuenta de la igualdad y el respeto al resto de españoles, saldrán de la Moncloa camino de Cataluña. Lo que no tengo claro es cuanto aguantarán las costuras del país sin romperse. Al final, cuando la retórica se termina, queda la realidad: el dinero. ¿Cuánto más van a aguantar las Comunidades Autónomas que no son Navarra, País Vasco y Cataluña viendo cómo su dinero se gasta en la sanidad, la educación y las carreteras de los más privilegiados? No se trata de siglas políticas sino de respeto a las personas. De respeto a los millones de personas que cada día vemos cómo la financiación de los servicios públicos de nuestras Comunidades Autónomas adelgazan hasta la caquexia, mientras millones de euros del caudal común brotan alegremente hacia otros territorios. Solidaridad territorial, lo llama la Constitución de 1978. Quien gane en Cataluña es irrelevante.
