Los alemanes

Los alemanes. Familia, historia, pasado.
Literatura y otros demonios
Los alemanes. Familia, historia, pasado.

Los alemanes

Tras muchos meses de silencio en cuanto a reseñas literarias e incumpliendo mi  anuncio de reseñar la novela de Kristen Perrin, Cómo sobrevivir a tu propio asesinato, vuelvo a las andadas con Los alemanes, de Sergio del Molino, ganadora del Premio Alfaguara de novela 2024. Fruto de un mes de agosto de vacaciones lleno de alegrías, como la visita de unos amigos de Zaragoza, (gracias, Mamen, gracias Carlos), los cuales tuvieron la gentileza de regalarme esta novela junto al libro de relatos de Julio José Ordovás, Lecciones de abismo. De nuevo, muchas gracias a ambos por estas dos joyitas y, sobre todo, por vuestra presencia.

Antecedentes de hecho

Como si de una sentencia se tratara, comenzaré por contextualizar el embrión de la novela. ¿Qué se va a reseñar? Evidentemente una novela, pero una novela con un título tan genérico como Los alemanes, que bien pudiera tratar del Sacro Imperio Romano Germánico o de la selección alemana de fútbol. Ni lo uno ni lo otro. Una saga familiar alemana, con origen muy lejos de su hogar, en una fecha remota y asentada por avatares de la vida, (de la guerra, más bien), en un lugar tan ajeno para ellos como el resto de su historia. Ni siquiera la guerra a la que me refiero es la que a todos se nos viene primero a la cabeza.

Los alemanes, familia, pasado, historia

La familia, la historia, el pasado...

Observar el mapa del continente africano en 1914 debería hacernos reflexionar por sí mismo. África repartida entre las potencias europeas de la época. Con la excepción de Liberia, (merece capítulo aparte), el resto del continente era propiedad de naciones europeas. Causa mayor del comienzo de la Gran Guerra, junto con el auge de los nacionalismos en el seno del Imperio Austrohúngaro. Con esta base, consigue Sergio del Molino tejer una historia dura, creíble y en la que todos los ingredientes, y son muchos, se integran con armonía, sin destacar uno sobre otros ni rozar, siquiera, la inverosimilitud. Un fino trabajo de estructura y una prosa que en ocasiones recuerda a mi querido Javier Marías y otras al no menos admirado Muñoz Molina. Como guinda, un ritmo siempre adecuado a la trama. 

La lectura de Los alemanes me ha hecho reflexionar sobre algunas cosas que en mi vida habían pasado casi desapercibidas, o a las que, al menos, no había prestado demasiada atención. Cuando el autor sitúa una pequeña colonia de alemanes en Zaragoza, (mi tierra), en mitad de 1916, llegados de Camerún cuando la guerra comenzaba a torcerse para las potencias centrales, la primera alerta se dispara. A partir de ahí, a medida que la novela avanza, nombres como Tinte de los Alemanes y Colegio Alemán hacen regresar a mi mente imágenes olvidadas durante muchos años. Una de esas familias alemanas, con alguna otra muy de refilón, su devenir a lo largo de los años, (casi cien), y un pasado que cuando todo comienza no es sino futuro lejano, son el vehículo que Sergio del Molino utiliza para transportarnos en el espacio y en el tiempo con maestría. 

¿Mito o realidad?

No tengo claro que el pasado siempre te alcance. No sé si es un mito o una realidad. Dicen que para que un mito triunfe como tal, ha de contener cierta dosis de realidad. Puede que sea eso. El caso es que en Los alemanes nos encontramos, además de una historia enriquecedora, con algo presente con mucha frecuencia en la literatura, el cine y probablemente, en la vida real. El pasado familiar como lastre, las deudas históricas como propias. Una especie de equiparación de la historia familiar al patrimonio familiar, cuya herencia, una vez aceptada, lo contiene todo. ¿Es justo pagar por los pecados ancestrales? ¿Qué responsabilidad tenemos sobre los actos de nuestros padres y abuelos? ¿Puede alguien sentir satisfacción por vengar en la persona de los nietos de los autores, los padecimientos sufridos por los abuelos del vengador? Muchas preguntas plantea el autor, cuyas respuestas, me temo, nada tienen que ver en el mundo ideal, con el mundo real. Bendita literatura que consigue reunir en una sola obra una historia interesante, enriquecedora, una prosa de alto nivel y muchas cosas sobre las que reflexionar.

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