La vegetariana

La vegetariana
Literatura y otros demonios
La vegetariana

Para celebrar que casi acierto con mi pronóstico sobre el último galardonado, galardonada, en este caso, con el premio Nobel de literatura 2024, traigo esta reseña de una de las novelas traducidas a nuestro idioma de Han Kang, La vegetariana. Lo primero que me ha sorprendido al comenzar su lectura ha sido el prólogo. Rara vez les encuentro justificación literaria, más allá de loas al autor, justificadas o no. Este caso no sería diferente de no ser por el papel contextualizador del mismo. Un país, Corea del Sur, una sociedad coreana entregada al capitalismo como religión que hibrida, paradójicamente bien, con el confucianismo y un dato, a mi juicio escalofriante: Corea del Sur dobla, en términos per cápita, el consumo alcohólico de Rusia, paradigma del consumo de alcohol en el imaginario europeo. Este es un dato que no he podido corroborar. Publicada en Corea del Sur en 2007, fue llevada al cine en 2009 por Lim Woo-Seong. Recibió el premio Man Booker Internacional 2016 y publicada en España en 2017 por la editorial :Rata_

                                                                     Yeonghye o la mujer insulsa

Yeonghye es el nombre de la protagonista y no me resisto a insertar una frase del comienzo de la novela. «Si me casé con ella fue porque, así como no parecía tener ningún atractivo especial, tampoco parecía tener ningún defecto en particular. Su manera de ser, sobria y sin ninguna traza de frescura, ingenio o elegancia, me hacía sentir a mis  anchas».

Como declaración de intenciones no está nada mal. La vegetariana es una novela escrita a tres voces que recogen tres perspectivas diferentes de una misma situación, sus derivadas y sus consecuencias. Con una prosa fresca, ágil y alejada de tentaciones barrocas o estilísticas que, en mi opinión, es exactamente lo que procede en una novela como esta, la autora logra en todo momento transmitir al lector, en ocasiones sin describirlas, las emociones de Yeonghye, la mujer insulsa que un buen (o mal) día, decide dejar de serlo.

                                                                                     ¿Vegetariana?

Imagino que la autora ha elegido este tema como punto de ruptura, no de modo aleatorio, sino con toda la intención. La convulsa historia de Corea, desde la invasión de Japón en 1910 hasta su liberación tras el fin de la II Guerra Mundial, para ellos el 15 de agosto de 1945,  y la guerra de Corea, finalizada en 1953, supuso para el pueblo coreano décadas de hambre, miseria y degradación. A día de hoy, instalada en el capitalismo desde años atrás, la carne se sigue considerando un objeto valioso, a pesar de la facilidad de acceso mayoritario  a ella, y símbolo de estatus y prosperidad. La vegetariana viene a sacudir uno de los (muchos) arraigos coreanos, con vocación de tabúes. Habida cuenta de la imagen que la novela transmite de la sociedad coreana, me temo que el mismo resultado hubiese obtenido Yeonghye de haberse cortado el pelo a lo garçon, vestido ropas más occidentales o sometido a cirugía de los párpados.

                                                          La importancia del grupo, la insignificancia del individuo

Tema eterno. El sometimiento del individuo a la masa. Vía regímenes dictatoriales (lo más frecuente) o bien vía social, menos agresiva o traumática, salvo que hablemos de sociedades tan rígidas como la coreana. ¿En qué se diferencia la imposición/prohibición vía políticas represivas, de la social? ¿En qué se diferencian las celdas lúgubres de las dictaduras de la muerte civil de quien osa pastar fuera del rebaño? La vegetariana nos da una clase magistral al efecto. No puedo dejar de hacer notar el ligero y muy agradable tufillo a Franz Kafka que, por momentos, parece destilar esta novela. Imágenes, sensaciones, lo que se muestra, pero no se cuenta, especialmente esto último, lo plasma la autora con particular habilidad. Me ha llamado poderosamente la atención, cómo a medida que avanza el relato, muy sutilmente al principio (casi de manera imperceptible) la esperanza se va abriendo camino. Una esperanza que, al mismo modo que el resto de la novela, hay que contextualizar dentro una sociedad tan rígida como la que retrata La vegetariana. 

                                                                                              Conclusión

Entré en esta novela sin ningún prejuicio. No haber leído nada de la autora ni sobre la autora, ayuda sobremanera. No soy muy aficionado a los grandes premios literarios, por nada en especial, simplemente creo que como le ocurre a algunas personas públicas, que son devoradas por sus propios personajes, a los grandes premios literarios les ocurre lo mismo. Lo dicho, cosas mías. Volviendo a lo que me ocupa, La vegetariana de Han Kang ha supuesto para mí un descubrimiento, agradable, en este caso. El abordaje que hace de aspectos de la vida humana como la violencia, el sometimiento, la sexualidad o la injerencia médica en la vida privada (todo ello, no olvidemos, enmarcado en la esclerótica sociedad en la que se desarrollan los hechos), la convierten en uno de esos pequeños manuales de literatura, no demasiado extensos, ni demasiado conocidos, como Volverás a Región, de Juan Benet, o El ruido y la furia de William Faulkner, pero de una lectura asequible para un mayor número de lectores.

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