Don Álvaro o la fuerza del sino

Don Álvaro o la fuerza del sino
Literatura y otros demonios
Don Álvaro o la fuerza del sino

Álvaro García Ortiz. Don Álvaro o la fuerza del sino. No es la fatalidad o la desgracia, como en la obra del Duque de Rivas, la que ha llevado al todavía fiscal general del Estado a la situación en la que se encuentra. Por primera vez en la historia de la democracia española, un fiscal general ha sido imputado por el Tribunal Supremo por revelación de secretos, en este caso, en relación con un presunto fraude a la hacienda pública por parte de un particular. Así empieza lo malo, como en la novela de Javier Marías. Porque el citado particular resulta que no lo es tanto, sino (en este caso, conjunción adversativa), la actual pareja de la Presidenta de la Comunidad de Madrid y bestia negra del socialismo en tiempos de Sánchez, Isabel Díaz Ayuso. La Fiscalía General del Estado, cúspide del Ministerio Fiscal, se nombra por el jefe del Estado, a propuesta del Gobierno, oído el CGPJ y tras obtener el visto bueno de la correspondiente comisión parlamentaria. Esto es, participan en su nombramiento los tres poderes del Estado.

Hasta aquí, todo bien. O casi. Obviando que, desde la primera legislatura de la democracia, cada gobierno se las ha ingeniado para colocar en la fiscalía a juristas de reconocido prestigio, sí, pero de reconocida afinidad ideológica, también, llegamos al caso de García Ortiz. En armonía con todo lo demás, Don Álvaro ha llevado a la Fiscalía General a niveles desconocidos de vasallaje al gobierno. Es cierto que el mandato de Pedro Sánchez, si por algo se está caracterizando, es por la constante vulneración de principios democráticos tan fundamentales como la separación de poderes, la libertad de prensa (calificando de bulos toda aquella información discordante con el discurso oficial), el solapamiento del Congreso de los Diputados a través del uso y abuso del decreto-ley para sustraer al debate parlamentario reformas legislativas de profundo calado o la ocupación descarada de otras instituciones del Estado, con antiguos ministros como José Luis Escrivá, titular de dos carteras ministeriales en dos gobiernos de Sánchez y hoy Gobernador del Banco de España, o Cándido Conde Pumpido, de fiscal general con Zapatero a Presidente del Tribunal Constitucional con este gobierno.

¿Qué diferencia a García Ortiz de estos otros actores principales del drama? En primer lugar, ser bastante más ingenuo que ellos y creerse que vulnerar la ley para satisfacer a su jefe (amo), le convertía en inviolable. En segundo lugar, ser más papista que el Papa y asumir como propias, batallas que no lo son. Una cosa es manipular la fiscalía para paralizar procesos incómodos a quien te ha promovido y otra comenzarlos para ponerse medallas ante el mismo. ¿Esperaba ser el próximo ministro de Justicia? ¿Se lo habían prometido? Todo esto pasará; el gobierno caerá en un momento u otro, todos recogerán sus bártulos y volverán a sus asuntos sin que él haya sido ministro y con el futuro de su imputación en el aire. Que Sánchez lo defenestre,  es cuestión de tiempo. Por si tuviera poco con la sombra (muy negra) de corrupción durmiendo en su cama, con el caso Ábalos cada vez con peor color, el país paralizado y la sensación cada vez más intensa de que es un prófugo de la justicia, indultado y amnistiado por él mismo, para mayor sonrojo, quien marca los tiempos políticos de este país, el sino de Don Álvaro no parece muy halagüeño. En algunos casos, el tiempo pone a cada uno en su sitio.

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